martes, 17 de febrero de 2009

La Carrera de los Enamorados














Después de cierto descanso en esto de las carreras - el frío y el mal tiempo han ayudado bastante -, ya era hora de reengancharse un poco a este mundillo de las carreras populares. Lo de los Porrats está bien, pero no es lo mismo.

Y no hay nada como una carrerita de un pueblo cercano, para romper el hielo.
Esta carrera traía además otro aliciente, ese que anunciaba su cartel: Trofeu San Valentí.

Desde luego ir con tu pareja, y llamarte Valentín, debe ser una fiesta. En cambio sin llamarse Valentín, y que lo de la pareja sea una utopía, pues el dia igual se te atraganta...Pues eso, el único consuelo que te queda es el recurso fácil: "mirar a ver quién está emparejado con quién". Marujeo simple y llano.

Por lo que recuerdo, todo empezó una tarde de sábado sobre las 16h, unos macarrones receta estudiante en el estómago y pocas ganas de hacer nada. El Sarvatxo se presenta en casa todo inquieto como es él.

Nos subimos al Senimóbil - esa Volkswagen California que nos lleva a multitud de carreras -, con parada en casa de la Cabreta y el Cabronet. Allí también nos espera la Marmoteta, que esta vez también se anima.

Tomamos rumbo a La Font D’Encarròs – pueblo en el que tienen fama de “cabuts” sus habitantes – y de camino nos llevamos el primer susto. Un motorista kamikaze se cuela en una rotonda, y por poco no acaba atropellado bajo nuestro vehículo. Más susto nos llevamos cuando nos percatamos de su identidad. Pero para sustos, el adelantamiento que nos hace en un cambio de rasante o cuando nos pica el cristal de la ventanilla, pasándonos de nuevo por el arcén. Yo ya no temo al motorista fantasma, os lo aseguro.

Llegamos al pueblo de la carrera y tras una odisea para aparcar, nos dirigimos a la linea de salida.

Este año parece que hay mucha más gente que el año pasado, y se nota que esto de las carreras está en auge.
Con tanta gente, cuesta hasta cotillear. Cuesta ver si hay alguna corredora de buen ver y más saber si está libre. Es imposible saber si Bobo Joe ha venido y se besará en la meta con su chica, o si Españeta se ha recogido por fín.

Sin tiempo para resolver estas dudas – tras los últimos chascarrillos con los hermanos graueros - , con un ligero retraso, se dá la salida y empezamos a correr.

Como buenos senilleros, empezamos metidos en medio de la manada, dejándonos llevar por ese ritmo y sin prisas, ya que no tenemos nada que hacer después.

Acompaño a la Marmoteta – que ha mejorado bastante – y el Sarvatxo viene haciendo la goma entre nosotros y la pareja – hoy sí, ya que es el día – que forman la Cabreta y el Cabronet, que andan algo más adelante.

Hoy se palpa en el ambiente el tema de las parejitas y el San Valentín.

Para mí es un día para desengrasar un poco las piernas y la verdad es que no puedo resistirme a empezar a saltar conos, señales y charcos. El Sarvatxo, sólo Dios sabe lo que acabaría haciendo. Yo le ví saltando por un margen de huerto y empezó a correr por dentro.

Los 10 kilómetros de la carrera se hacen amenos, por lo variado del terreno. Hay ligeras pendientes, bajaditas y hasta algo de gravilla. Lo único malo es que el sol amenaza pronto con esconderse y empieza a hacer rasca.

La Marmoteta tiene fuerzas para un último sprint y cruzamos la meta en unos 57 minutos.

El Cabronet y la Cabreta nos esperan animándonos a que hagamos de pareja ficticia para recoger los regalos que dan hoy a los enamorados. Nos animamos a hacer el teatro, pero cuando vemos hay que darse un pico... Somos los dos libra, y según el Zodiaco, no somos muy decididos. Tras deliberar con el Sarvatxo – excepción que confirma la regla de los Libra – se presenta voluntario para acompañar a la Marmoteta, pero con la mala suerte de que el cava se ha terminado.

Así pues, con un par de cactus, y cinco camisetas técnicas color “amarillo atraemosquitos”, nos volvemos pa nuestro pueblo, con la sensación de haber vuelto al circo de las carreras populares.