miércoles, 25 de marzo de 2009

Gire a la derecha cuando sea posible.



Esta frase del título la habrá oido Mariano Rajoy en más de una ocasión, pero no es el caso que nos ocupa.

Qué magnífico invento lo del GPS para viajar. Hay que ver. Pegas la ventosa del soporte al parabrisas del coche, colocas el GPS, y le dices a donde quieres ir. Tan fácil como hecer eso, para que el aparatito te “lleve a tu destino”.

El GPS este, al principio chana, es verdad. Al principio oyes una dulce voz que te indica con delicadeza, qué es lo que tienes que hacer en cada momento.
Pero ni con la experiencia que tenemos con los dichosos ordenadores, y sus múltiples perrerías, somos capaces de sospechar la que se nos avecina.

Sucede que te dispones a volver a casa - después de casi soltar el hígado en una carrera de esas repleta de subidas empinadas y bajadas a tumba abierta -, programas el GPS y Let’s Go!!
Pero en breve, esa dulce voz, empieza a caerte gorda. Y te queda almenos hora y media de viaje de vuelta.

Esa voz te suena cada vez más robótica, se notan los cortes de voz empalmados en los que se basa. “En. La. Siguiente. Rotonda. Coja. La Segunda. Salida.”

Lo peor, queda por llegar. La Ley de Murphy está para algo, y esta se cumple más que la propia Constitución Española. El momento llega cuando te encuentras en un tramo en obras de la circumvalación de turno. Miras el GPS y en la pantallita, el cursor que indica la posición de tu coche, queda fuera de la carretera, como si estuvieras haciendo campo a través.

Y qué casualidad mas casual, que es justo en un lugar que no conoces de nada y te acabas de encomendar a ciegas ese prodigioso chisme. En un principio, sigues simplemente circulado todo recto por la carretera, esperando sugerencias de esa - cada vez menos soprtable- voz grabada. Pero se hace el silencio y tu coche sigue circulando fuera de pista. De repente acude al rescate la voz y te suelta:“Siga.Por.La.Derecha.Y.Gire.A.La.Izquieda.”

Piensas: ¿Comool? ¿O sigo por la derecha, o giro a la izquierda?…Aunque de alguna manera sigues sus instrucciones.Te pones un segundo en el carril derecho y zás te metes por la izquierda.
El GPS, no tarda en dar señales de que te has equivocado. La flecha que indica el recorrido se vuelve del revés y la voz te exclama: “Gire.Cuando.Sea.Posibleee.”

Bien, vale, vamos pa lante de momento. Te sales de la carretera en cuanto puedes, y te pones a obedecer al GPS. Algo te resulta familiar y caes en la cuernta de que por allí habías pasado hace cinco minutos. En fin vamos a estar atentos esta vez…La tensión se empieza a cortar, cuando te acercas de nuevo a tu “triágulo de las Bermudas” particular, donde te perdiste hace un momento. La idea ahora es hacer lo contrario de antes. Llegado el momento la voz del GPS de nuevo te suelta “Siga. Por. La Derecha. Y. Gire. A. La Izquiedaaaa”. Por dentro piensas: “Tu Puta Madre!!”. Y sigues todo recto.

Pero el GPS te empieza a indicar que te has vuelto a equivocar. “Gire. Cuando.Sea.Posibleee.”. Tu ya piensas que esto no va a acabar en amistad y empiezas a fiarte solo de los paneles de la carretera. Así, la mejor opción, es meterte en un pueblo que conoces y dejar la maldita carretera de circumvalación. Allí sólo hay que buscar indicaciones de otras poblaciones. Ahí está, - ¡Dios existe! - . A la derecha, GANDIA 45. Ok ya está claro.

Sigues la señal y cuando todo parece controlado se oye: “Dé la vuelta.Cuando.Sea.Posibleeee”. No es posible, pero si vas bien. Y convencido piensas - yo giro cuando me pasa por los...
Sigues viendo las señales a lo largo del trayecto, GANDIA 42, GANDIA 40,…¿Vamos bien, no? La voz del GPS te suelta, “En.Seis.Kilometros.Coja.La.Rotondaaaa.” Piensas que ha entrado en razón por fin.

Cojes la rotonda, y la salida que pone GANDIA 34. Todo ha salido bien al fin.
Miras el GPS y pero el cursor de nuevo marcha por fuera de la carretera y se oye – por útima vez antes de que lo apagues - “Dé la vuelta.Cuando.Sea.Posibleeee”

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